jueves, 23 de septiembre de 2010

El extraño caso de la Sra Titi y el Dr Alzehimer

  Mis alumnos de sexto año A promo 2009 leyeron la novela de Stevenson (El extraño caso del Dr. Jeckyll y Mr. Hyde) y su repercusión fue variada, ya sea por la temática, por el estilo, por el final, pero a casi todos dio bastante tela para cortar. Se engancharon un poco más cuando les llevé las traducciones de algunas canciones de grupos del rock pesado británico como The Who y otro impronunciable para mí,  donde el tema se reflota con la evidente analogía de la droga como la pócima que hace salir ese Hyde que todos llevamos dentro pero que mantenemos sofocado en un equilibrado juego de moral deber ser y de instintos. Casi todos coincidieron en que el autor se preocupó en mostrar ambos lados de la misma moneda, aunque la mayoría de las veces cae siempre del mismo lado y por consiguiente, es el que vemos. 
  Linda salió la clase por cierto. Los jóvenes siempre sorprenden y eso sigue siendo hermosamente disfrutable. Claro que debí esperar bastante  la entrega de los informes pero ese es otro cantar...
  En mi casa había otro caso extraño, el de la sra. Titi, mi madre. No sé si tan notable como el de Stevenson pero sí con repercusiones drásticas (por la inexorabilidad) cómicas (por las inesperadas palabras) tristes (por la degradación) agobiantes (por la nulidad de posibilidades).
  La Sra. Titi se despertaba, tomaba sus pastillas, ponía sus pies en sendas pantuflas, buscaba la ropa, lavaba su cara, acomodaba su blancas ondas y se dirigía hacia el comedor-cocina, allí soltaba un saludo neutro: buen día ¿hay sol? Se dirigía hacia la pequeña cocina, preguntaba si tomábamos mates o si primero lavaba los platos (en mi cocina, los platos de la cena se lavan al día siguiente) y la opción era siempre tomar unos amargos muy ricos que cebó cada mañana durante casi dos años. Cuando acercaba el primer mate solía invitarla a ver unas fotos en la pantalla de la PC y siempre se asombraba con este aparato. El mate comenzaba a deambular de la mano de la madre a la mano de la hija, volvía a preguntar si hay sol, buscaba una vez más  la canilla del agua caliente que había abierto unos minutos antes y convidaba pan a Bruna (la perra vieja) por más que a diario le decíamos que no comía pan.
  Si era domingo, iba hacia el cuarto de Aldana (mi hija) y me contaba a su regreso que "el muñeco" dormía muy tranquilamente y agregaba por lo bajo: no sé que tengo con ese chico que lo quiero tanto...
  El mate seguía de mano en mano e inesperadamente el Dr. Alzheimer se asomaba y me decía: “sé que te he visto antes, lo que no entiendo es por qué estás sentada en el lugar donde esta mañana estaba la otra señora tomando mates...” y volvía hacia la cocina a cebar el último mate de la mañana…


  La Enfermedad de Alzheimer, la causa más frecuente de demencia en los ancianos, es un trastorno grave, degenerativo, producido por la pérdida gradual de neuronas cerebrales, cuya causa no es del todo conocida. Se trata de una enfermedad muy rara en los pacientes jóvenes, ocasional en los de mediana edad y más frecuente a medida que se cumplen años. La enfermedad afecta a las partes del cerebro que controlan el pensamiento, la memoria y el lenguaje. Aunque cada día se sabe más sobre la enfermedad, todavía se desconoce la causa exacta de la misma y no se dispone de un tratamiento eficaz. Es una enfermedad particularmente devastadora, ya que la familia del paciente por lo general deberá resistir dos pérdidas diferentes: en primer lugar, la desaparición de la personalidad que ellos conocen y, finalmente, la muerte de la persona. La pena se experimenta dos veces. Nadie debería resistir tal agonía solo. Pocas enfermedades afectan tanto a un paciente y a su familia, por un período de tiempo tan largo, como el mal de Alzheimer. La depresión, la empatía, el agotamiento, la culpa y la ira pueden crear caos para el individuo normalmente sano enfrentado con la atención de un ser querido que sufre de esta enfermedad.

...
    Ahá, es  así no más. Un día te das cuenta que no debés retarla, que no es que se haya olvidado porque  está poniéndose vieja, que no hace lo que debería por distraída, o porque ya no escucha bien, sino sencillamente porque está enferma. Asumirlo lleva, supongo, el tiempo proporcional a darse cuenta, a  cambiar los planes y planos, a tomar la responsabilidad de una vida que me sugiere la cercanía con la película del B Buttons, El diario de Noah, y es algún aspecto,  ponerse en el lugar del otro... si yo estuviera enferma gravemente, ella y nadie más que ella me cuidaría, me amaría hasta el final, me daría todo el amor y más, no me abandonaría. Y como soy el producto de lo que ella hizo, mal que le pese a muchos y a mí misma (muejeje) convivo hoy con el alemán, amante complicado si los hay eh?
   Amar en la locura no puede ser tan distinto a amar en la sanía, creo yo... ¿no dicen por ahí que el amor es una forma de locura? ¿donde la razón no encuentra cabida? qué se yo...
   Ya no soy reconocida como hija, apenas como una presencia que está, que aún la hace reír, que le devuelve cada aspecto de su locura con un "pero Titi mirá las cosas que se te ocurren" y me retiro despacito, con el alma rota, con las manos impotentes, con las decisiones alteradas, con una vida reemplazada. Claro!! Justamente, de eso se trata, una intrusa habita en su cuerpo, un demonio que escapa a todo exorcismo, un ángel rebelde que demuestra ser más divino que la divinidad misma, sea eso lo que quiera que fuese, en la eternidad de los tiempos.
  Ah sí, el tiempo. Inmanejable, inasible, inconquistable, inasequible, in no más. No se paren, no se maten, sólo es una forma más de demorarse (cantaba el Juanca Baglietto en algún tiempo) y no hay rima que rime con vivir, ¿cómo que no? MORIR.
   Jamás pude ganarle en un crucigrama, jamás en la cantidad de horas de lecturas compartidas, allá en la casa de Cordoba, jamás en las anticipaciones de lo que me ocurriría (y efectivamente ocurrió) jamás en las asertivas observaciones de la realidad, jamás. Tampoco hoy, puedo ganar. Sólo iluminarla con mis carcajadas tan famosas, perfumarla con los besos repetidos, abrazarla con las más variadas ocurrencias para que pueda sobreponerse  a su enemigo sin doblegarse todavía.
  Complicado es el amor de madre a hija, sobre todo cuando los roles se invierten, pues todos los límites pierden su fortaleza, el objeto y el destino del amor se confunden, la opresión del alma mitiga recuerdos y propicia espacios nuevos donde uno redescubre sensaciones inusitadas, las acciones se convierten en generosas, pero también en la insatisfacción de no poderlo todo...
   Merde, extraño el papel en este momento en que tipeo, pues se verían las sutiles elevaciones que en la hoja provocan las gotas que ruedan por mis mejillas ahora mismo. 
   Compartir el otro lado de la alegría, me escribió una amiga hace un rato en msn... mmm ese lado oscuro que intento siempre procurar que no se note, que hace anular la capacidad de pedir, que fabrica los famosos mundos sutiles, ingrávidos y gentiles del Nano Serrat donde yo tengo una morada personal, negada a compartirla por necedad no más!
   Mami, ¿vamos a jugar? daleeeeeeeeeeeeee ¿hace cuánto que no jugamos? Seguro que hoy la que gana soy yo!!!!!!


19 de noviembre de 2009: Titi y el Dr Alzehimer se alojaron en el geriátrico y más de una vez, en el transcurso de la visita, me dicen… “¿y esa señora con la que yo vivía, anda bien?”

Silvia C.

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