miércoles, 22 de septiembre de 2010

De ofertas y demandas

Qué dúo conceptual... lo que mueve al mundo es sin dudas la ley de la oferta y la demanda, y no hablo únicamente de economías. Dice una bonita canción: “alguna vez no han conjugado bien mis ofertas con tus demandas” pero ¿qué provoca eso? Y me refiero a la provocación en los vínculos actuales, tan modernos, tan digitales, tan mediatizados, tan instantáneos, tan efímeros, tan plurales, tan… ¿vacíos?

Las palabras han tenido siempre la misión creadora, propagadora, abrasadora (sí, de brasa) destructora a veces, devastadora además. Una sola palabra, una palabra diría el genial Varela, es suficiente para comenzar o demoler algo. Hoy se disponen de nuevos medios, que suplen los lugares que algunas vez  fueron de privilegio para la palabra escrita como los anillos de palomas, las botellas de náufragos,  los rollos de reyes analfabetos, las cartas censuradas bajo interminables faldas femeninas, los pergaminos lacrados con sellos no tan reales y también los bolsillos y libros llenos de los deliciosos papelitos doblados mil veces.

Pero la esencia es la misma. Llamar a un otro, a ese otro que no es uno pero en el que se desearía ver la propia imagen y entonces se escribe y se lee  y en ese entramado se tejen imágenes, se mueven piezas, se borran equis de casilleros inútiles, se desarma y sangra (otra alusión ¿vio?) hasta que las palabras dejan de representar aquello para lo que fueron creadas y pasan a ser la excusa, el espejo que no se mira, pues sólo se admira la imagen y ahí es cuando y donde ocurre el desencanto. El otro no es como se lo había creado, no es a imagen y semejanza de las necesidades básicas y vitales, no es el objeto destinado a un deseo insustancialmente consumable y consumible. Pero si no es eso, entonces, ¿qué es? ¿a quién se le escribía?

Grandes amores nacieron mediante epístolas, mucho intercambio ha sido publicado, varios llegaron a la categoría de célebres. Y después se dice por ahí que el correo electrónico reemplazó la antigua costumbre de cartearse y es bien cierto, pues la inmediatez ganó por amplitud pero… esta inmediatez, ¿da lugar al crecimiento de lo que se siente? Si es que se siente, claro…

El fuego fue una gran conquista, sin dudas, pero la palabra fue la más extraordinaria de todas, aún de las futuras conquistas impensadas hoy y que seguramente ocurrirán mañana. La palabra que jamás se pronuncia, la que se repite, la que miente, la que ama, la que provoca, la que calma, la que mata. Todas ellas son una y ninguna, según quién las evoque y para quién…

¿Por qué entonces, de qué manera, qué artilugio provocó que hoy la incomunicación sea tan frecuente? Que no es lo mismo que conectados, atrapados en una red, seducidos por la instantaneidad.

Comunicaciones muy modernas de individuos solitarios o insatisfechos, o ambos tal vez , que me hacen añorar viejos tiempos donde los dobleces de un papelito decían mucho y ni le cuento de los mensajes ocultos detrás de dibujitos y sombras de lágrimas porque lo voy a aburrir...

Silvia C. 


Bajito, vamos tarareando uno a uno los versos que siguen ¿quiere Ud? "Porque en tus ojos están mis alas y está la orilla donde me ahogo", solamente por eso nomás... 


Una Palabra, de Carlos Varela

Una palabra no dice nada
y al mismo tiempo lo esconde todo
igual que el viento que esconde el agua
como las flores que esconde el lodo.

Una mirada no dice nada
y al mismo tiempo lo dice todo
como la lluvia sobre tu cara
o el viejo mapa de algún tesoro.
  
Una verdad no dice nada
y al mismo tiempo lo esconde todo
como una hoguera que no se apaga
como una piedra que nace polvo.
 
Si un día me faltas no seré nada
y al mismo tiempo lo seré todo
porque en tus ojos están mis alas

y está la orilla donde me ahogo,
porque en tus ojos están mis alas
y está la orilla donde me ahogo.

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