viernes, 24 de septiembre de 2010

Hagamos con tacto (...)


Palabras más palabras 
menos, al final el resultado es el mismo: negociar en estos tiempos posmodernos no es cosa sencilla y si no, baste observar el crecimiento poblacional de gente solitaria por encima de la gente gregaria, que no es lo mismo que vinculada... ¡para más datos hasta yo tengo un blog! y quizás se convierta en la premonitoria venganza de un vínculo muy intenso pero también muy oscuro. Y ya se sabe, cuando la oscuridad todo lo invade, se impone con desesperación que aparezca un haz de luz. Ahora bien, ¿quién puede ver el sol? ¿y quién ve el espejo? Entonces, ¿vemos lo que queremos ver realmente? A todo esto, por dónde íbamos? Sí, negociar. Diría Sor Juana, ¿quién es más culpable, la que peca por la paga o el que paga por pecar? Hombres necios que acusáis… Uno de mis vínculos tiene en su estado del msn una linda frase, que versa más o menos así: las cosas no valen por el tiempo que duran sino por las huellas que dejan. Sabido es que los caminos con insondables e inescrutables y por demás heréticos si se transitan a solas y a oscuras pero entonces ¿por qué tantos peregrinos deciden la soledad como el camino más seguro? ¿Es porque no hay otra bifurcación o porque el temor invade e inmoviliza?  ¿Comprometerse es resultado garantido de sufrir? ¿Se tiene la plena certeza de que no nos bañaremos dos veces en las aguas del mismo río? ¿Perdemos dos veces a la misma persona? ¿Amamos dos veces de manera inmutable? ¿Miramos dos veces la misma imagen? Seguramente que no, entonces… es posible rodear, cercar, limitar, dosificar la capacidad de amar? A todo esto, ¿alguien sabría decir si es posible amar en los tiempos posmodernos?  Y más aún, ¿a cuántas personas le soltó Ud la mano en lo que va del día? Ah está contando eh? Hagamos como los caracoles... vayamos despacito y haciendo contacto con el que está al lado y no del otro lado... si?

Silvia C.
                                 

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