miércoles, 22 de septiembre de 2010

Cosmos

Los cosmos son estas maravillosas flores que aparecen en marzo aproximadamente, en este lado del mundo al menos, y que eligen lugares especiales para crecer.
No es posible inculcarle a un cosmos [cosmo mmm no me suena] que crezca en tal o cual lugar, ellos eligen, te eligen, se eligen, nos eligen. Y esto se parece mucho a los vínculos, ¿no? La elección que de ellos hacemos, acertada o no, para encontrarnos con la mirada del otro, con las manos del otro, con la voz del otro, con los sueños del otro [o en los sueños del otro?]
    A veces ocurre que un cosmos es único, distinto, ¿distinguible? y, por lógica, se siente ajeno al conjunto, incomunicado, exilado en su savia, apartado en sus pétalos, en una diáspora de polen que nadie comprenderá ni se acercará a contemplar siquiera.
    A todos esos cosmos, dejo algo para que haga ruido en la corriente de pensamientos cotidianos y un aleteo suave delante de los ojos, para que tiente un poquito quizás, y en el parpadeo más inesperado vean que ser distinguibles no es lo mismo que ser diferentes...

Silvia C.

Ahora léalo Ud... a Borges por supuesto:


1964
Jorge Luis Borges  

I

Ya no es mágico el mundo. Te han dejado.
Ya no compartirás la clara luna
ni los lentos jardines. Ya no hay una
luna que no sea espejo del pasado,

cristal de soledad, sol de agonías.
Adiós las mutuas manos y las sienes
que acercaba el amor. Hoy sólo tienes
la fiel memoria y los desiertos días.

Nadie pierde (repites vanamente)
sino lo que no tiene y no ha tenido
nunca, pero no basta ser valiente

para aprender el arte del olvido.
Un símbolo, una rosa, te desgarra
y te puede matar una guitarra.

II

Ya no seré feliz. Tal vez no importa.
Hay tantas otras cosas en el mundo;
un instante cualquiera es más profundo
y diverso que el mar. La vida es corta

y aunque las horas son tan largas, una
oscura maravilla nos acecha,
la muerte, ese otro mar, esa otra flecha
que nos libra del sol y de la luna

y del amor. La dicha que me diste
y me quitaste debe ser borrada;
lo que era todo tiene que ser nada.

Sólo que me queda el goce de estar triste,
esa vana costumbre que me inclina
al Sur, a cierta puerta, a cierta esquina.

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